miércoles, 4 de diciembre de 2013

TIA MAGDALENA



       Un día el marido de la tía Magdalena le abrió la puerta a un propio que llevaba una carta dirigida a ella. Nunca habían tenido secretos y era tal la simbiosis de aquel matrimonio que ahí las cartas las abría uno aunque fueran dirigidas al otro. Nadie consideraba eso violación de la intimidad, menos aún falta de educación. Así que al recibir aquel sobre tan blanco, tan planchado, con el nombre de su mujer escrito por una letra contundente, lo abrió. 
         El mensaje decía:
      Magdalena: Como siempre que hablamos del tema terminas llorando y te confundes en la locura de que nos quieres a los dos con la misma intensidad, he decidido no volver a verte. No creo imposible deshacerme de mi deseo por ti, alguna vez hay que despertar de los sueños. Estoy seguro de que tú no tendrás grandes problemas olvidándome. Acabar con este desorden nos hará bien a los dos. Vuelve al deber que ele-giste y no llames ni pretendas convencerme de nada. Alejandro.
PD. Tienes razón, fue hermoso.

(...)
       La tía caminó hasta la botella y los hielos, sirvió el whisky, lo mo-vió, quiso uno para ella. Cuando lo tuvo listo, volvió junto a su marido con un vaso en cada mano. De verdad era linda Magdalena. Era de esas mujeres bonitas que no necesitan nada para serlo más que le-vantarse en las mañanas y acostarse en las noches. De remate, la tía Magdalena se acostaba a otras horas llena de pasión y culpa, lo que en los últimos tiempos le había dado una firmeza de caminado y un temblor en los labios con los que su tipo de ángel ganó justo la pizca de maldad necesaria para parecer divina.
(...)
  • ¿Te parece pionera, emprendedora en su educación sentimental?
  •  ¿Qué destacas del personaje?
  •  ¿ Qué es lo que más te gusta de ella? y ¿lo qué menos?

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