sábado, 1 de noviembre de 2014

MI VIDA ESCOLAR



   Me llamo Raquel Calvo Obarrio. Cuando empecé parvulitos tenía 5 años, fue en el año 1955.


   Caminaba cogida de la mano de mi abuela muy feliz. ¿Qué pensamientos y emociones pasaban por aquella pequeña cabecita cubierta de rizos dorados? No lo recuerdo, pero sí recuerdo que llevaba cogida en mi pequeña manita una pizarra y un pizarrín.


   La escuela era un edificio de casas adosadas, todas iguales, en la parte de abajo había una sastrería y subiendo las escaleras arriba estaba a la izquierda una puerta que era la clase de parvulitos y la derecha la siguiente clase osea el curso siguiente.


   Mi abuela picó a la puerta y salió a recibirnos la maestra. Me cogió de la mano y me llevó a la clase.

La maestra era joven, alta, guapa y muy cariñosa. Se llamaba Margarita. Me sentó en una mesa redonda, donde estaban varias niñas sentadas algunas ya las conocía. Una de ellas era “Inés” una amiguita mía que me acompañó en todos mis cursos escolares.

   El día estuvo muy animado, lleno de emociones, así lo recuerdo yo. Escribimos en la pizarra con el pizarrín, más bien hicimos “garabatos” pues no teníamos idea de nada y pintamos cosas en el encerado con una tiza blanca.

   Salimos al recreo, que era en la calle, jugamos al “corro de la patata” cogidas todas de la mano y la maestra también se cogió al corro.

Recuerdo que nos dieron un vaso de leche y un trozo de queso, me lo comí con mucho gusto, yo siempre fui una niña de comer muy bien.

   Al terminar la clase la maestra nos dijo que al día siguiente fuésemos todas muy guapas que venía un fotógrafo y que nos haría una foto.

    Ese día yo estaba muy linda, con un abriguito verde con dos hileras de botones. Me lo habían mandando las hermanas de mi abuela desde “Argentina”

El día fue muy revolucionado, todas estábamos muy contentas de que nos hicieran la foto. El fotógrafo nos llamaba una a una a la mesa de la maestra, nos sentaba en la silla de la maestra detrás estaba el mapa de España  y nos saca una foto preciosa, que podéis ver en este escrito.



   Todavía guardo imágenes en mi retina de la maestra, la clase, la mesa redonda y mi abrigo verde.


   Yo solo asistí a clases de niñas, los niños tenían clase con dos maestros, uno de ellos tenía las clases en una casa adosada a la de parvulitos en la parte de abajo.


   Este  maestro se llamaba “Don Sión” era un maestro que enseñaba bien pero a los niños que eran algo rebeldes o no estudiaban les daba leña por grandes raciones. Uno de estos niños era hermano mío “Paco” que siempre fué   rebelde y él nos lo contaba. 



   Por las tardes Don Sión daba clases particulares y en esas clases iban niños y niñas. Este maestro tenía muchos hijos, todos varones y como se solía decir, tenía que dar clases particulares pues los maestros ganaban poco sueldo de eso el dicho: “pasa más fame que un maestro de escuela”.


   Mi siguiente clase fue la de Dña. Nieves, una maestra ya mayor y recuerdo que siempre vestía de negro, era buena, pero castigaba a algunas niñas de cara a la pared o a escribir en la libreta muchas veces la misma cosa. Esta clase estaba al lado de la de parvulitos en esta clase estuve más de un año y en esa clase ya teníamos deberes y un libro que era una enciclopedia pequeña y también recuerdo un catecismo.


   La siguiente clase a la que fui era en otro edificio la maestra se llamaba Dña. Carmen, era bastante mala, a mí nunca me pegó pero sí que les pegaba a algunas niñas. Les gustaba el “morapio” o sea la bebida y recuerdo que era pequeña regordeta y con el pelo canoso.


    En esta escuela había otra clase que era de niños y el profesor se llamaba “Don Dionisio” que también le gustaba empinar el codo. Las clases eran en la parte de abajo y en la planta de arriba vivía este maestro y su esposa.


   Cuando era la hora del recreo nos juntábamos en la calle, los niños y las niñas. La maestra y el maestro  se reunían y se tomaban más copitas esto lo que se comentaba y a mí me quedó grabado. En esta clase estuve dos años.


   Mi próxima clase fue otra maestra, que se llamaba Doña Gabriela, que vivía cruzando la calle enfrente de mi casa, o sea que la tenía muy cerquita. La clase era una casa grande en la parte de abajo había un almacén de calderería y subiendo unas escaleras estaba la vivienda de la maestra y en la sala grande era la clase. Tenía tres hileras de pupitres, en cada hilera cinco pupitres, cada uno con dos asientos, el pupitre era un poco inclinado y debajo tenía un hueco para poner los libros.





 En esta clase yo tenía doce años y aquí termine mis estudios y me saque el certificado de estudios, por cierto lo tengo muy bien guardadito, y me saque un “NOTABLE”.


   En todas estas clases me acompañó mi amiga Inés y nos sacamos el certificado a la vez. Ella sacó “sobresaliente”, era muy buena estudiante. 




   Me pregunto muchas veces, ¿por qué en las clases siempre ponían las buenas estudiantes en los primeros pupitres?  Cuando debería ser al contrario. Las malas estudiantes siempre estaban en los últimos pupitres. Debería poner a las malas estudiantes en los primeros para que prestasen más atención y poderlas controlar mejor, es mi opinión.


   Al terminar esta clase, cambió mi vida. Mi mamá emigró a Suiza, a mi me internó en un colegio de “Lugo” que era de monjas. Todo lo contando sucedió en Galicia, pues yo soy gallega de nacimiento. 


   En este colegio estuve tres años, me saqué “ingreso” y “primero de bachiller” en el Instituto de Lugo. En este centro fui muy feliz, aprendí muchas cosas, cultura general, aprendí a escribir a máquina y muchas labores, las monjas sí que enseñan disciplina, que a lo largo de mi vida  me ha sido muy útil. En el año 65 en el mes de agosto, vino mi mamá de Suiza de vacaciones, me sacó del colegio y me llevó para Suiza con ella. Pero esta es otra historia que parte de ella ya os la conté en mi relato “mujeres de ojos  claros”.
 http://asocmujerescontiempopropio.blogspot.com.es/2014/02/mujeres-de-ojos-claros.html


Nunca olvidaré estos años de la escuela, en la que fui tan feliz. Siempre llevaré en mi interior aquella niña que estaba llena de ilusión, inocencia y buenos sentimientos.


Pero pasan los años esa niña se hace mujer, se casa tiene tres hijos maravillosos, los cría y de nuevo empieza a la escuela.



En el año 2005 leí unos folletos que anunciaban “Programa Tiempo Propio”, me apunté y participé tres años. 




   
   Mi primer día, aquí si me  acuerdo bien de la emoción, nervios, intriga y muchas cosas que pasaban por mi mente. Cómo será la gente, la monitora, que cosas haremos, con quién me encontraré, conoceré a alguna de las participantes y eso que yo empecé acompañada por dos amigas “Rosa” y Nelida”, fue una experiencia única. Siempre acudí con gran emoción, intriga de lo que haríamos ese día y me divertí siempre aprendiendo y participando con la ilusión de la que me caracterizo..


   Ahora sigo en la “Asociación mujeres con tiempo propio”, desde el primer día que terminé el “programa Tiempo Propio” y sigo igual de ilusionada cada curso. Espero con ilusión que será lo que haremos este año que cursos daremos y claro reunirme con las compañeras una necesidad ya vital, pues es un vínculo de muchos años.

   
    Creo que nunca se debe perder la ilusión, es uno de los motores de la vida.


miércoles, 29 de octubre de 2014

RECUPERANDO NUESTRA HISTORIA. NUESTRO DIAS DE CLASE



Soy Libertad García Alonso. Nací en plena guerra el año 1937 en Sariego. Me crie en la Cabaña Vega de Poja Siero. Tuve una niñez muy mala.

   La primera vez que fui a la escuela era el juguete de la clase tenía 4 años, yo estaba en casa de mi abuelo, y la maestra se quedaba en nuestra casa.


   En clase hacia lo que quería dibujaba miraba santos.  Para salir al recreo siempre mandaba queme cuidasen, siempre me cuidaba la misma niña, no disfrutaba de jugar por estar pendiente de mí. Pues el recreo era en medio la carretera había pocos coches había los autocares que hacían línea de Pola de Siero a Gijón, unos camiones que carreteaban mineral de una mina que había en un pueblo más arriba se llamaba fluoruros era un mineral que parecían piedras. Había sierres tirados por caballos, las mujeres bajaban al mercado en burros. 
   
   Lo malo fue cuando volví a clase a los 6 años, no tenía la misma profesora, me había muerto mi abuelo.



Por lo tanto estaba en casa de mis padres, que vivian en otro pueblo llamado La Cuesta tenía que andar 1 km y eran cuatro viajes. La profesora se llamaba Dña. Lola tenía 3 hijas estaba como amargada, en plena clase iba a ver la comida, la cocina de carbón se apagaba. En pieza las clases, a mi me es muy duro muchos días me castigaba, el castigo era de rodillas o con una regla en las uñas que el dolor te subía hasta el sobaco era insoportable yo creo que creía éramos personas mayores, alguna vez quede sin comer al medio día. 

El material de clase
se basaba en una pizarra era de pizarra y un pizarrín de manteca.

Unas rayas del primaria de segundo una pequeña enciclopedía y otra más avanzada que traía de todo, esta no tiene que envidiar a la carga de libros que hoy tenemos. Muchas veces la consulte para los deberes de los hijos. Para llevar los libros teníamos una saca de trapo se llamaba mórala.

   A los 11 años vino una nueva maestra se llamaba Dña. Rosario era gallega se peinaba por delante el pelo de atrás no lo desenredaba, esta pasaba de todo si le llevabas una manteca, o unes fabes, o patatas, entonces atendía para ti.  Mi madre que no tenía para darnos de comer como para dar comida. Lo que hizo mi padre fue a los 13 años me saco de clase, me puso una profesora para mi sola en un año me preparó una base. No tenía cabeza para unos estudios, fui a un oficio entoces todas íbamos a coser a mí me gustaba aprendí a coser y bordar aprendí el corte por correspondencia y saque un sobresaliente. Fue de lo que trabaje toda la vida laboral. Di corte y tuve taller de costura, luego abrí una cooperativa textil de esa me retire.
En los tiempos míos teníamos que trabajar yo iba por el pan de racionamiento a Siero desde los 6 años y halos 9 años iba al mercado a vender leche iba con dos lecheras de 5 litros cada una, desde casa ida y vuelta serian 3 km esto lo hacía antes de ir a Chase posaba en casa las lecheras y diva para clase que tenía 1 km. Cada segundo día tenía que ir al molino por la tarde después de salir de clase con una saca de maíz que no podía con ellas al medio camino en un pullo la posaba para descansar que me quedaba a la altura de la cabeza me dolía la espalda cuando des cansaba emprendía otra vez el camino.

De "Regreso a clase de tiempo propio" Cuando me llegó la cita para los talleres de tiempo propio me pareció una oferta fabulosa, porque el aprender siempre es algo que nos enriquece. A mí me valió mucho aprendí muchas cosas que no sabía y siempre hay un momento que surgen conversaciones y gracias a las explicaciones, clases que nos dieron las profesora salgo del paso. Nos dieron clases de todas las asignaturas de cómo comportarse.
Si estoy delante de este monitor escribiendo gracias a las clases no es que lo haga muy bien pero me alegra poder hacer esto.

A hora tenemos la asociación de mujeres con tiempo propio. Al final de verano ya estoy con la ilusión, de que talleres habrá. Llega Setiembre y nos llama la vocal para ir a seleccionar los talleres que presentan las profesoras se hacen votaciones para elegir. Claro no podemos dar todos los que queremos porque nos cuestan mucho y la mayoría tenemos poco presupuesto.

¡¡¡¡MUCHAS GRACIAS LIBER!!
 



CATALINA



   Comencé en la escuela con 6 años, me llevó mi madre, mi “cabás” era de madera, tenía la pizarra y su pizarrín, lápiz y un cuadernillo de abecedario.



   La entrada a la escuela un portón muy grande de madera y en
el centro una puerta, cruzábamos una huerta y te encontrabas con otro portón y un patio amplio empedrado un  hórreo y al otro lado la casa, una sala grande con su encerado su chimenea y el suelo de madera crujiente.

    Éramos niños y niñas del barrio seriamos 12 ó 14 sólo teníamos clase por la tarde.

   Esto era una casa particular  de tres hermanos, Ramón maestro en la escuela pública de Veriña, Josefina también tenía  titulo, ejercía en su casa y  Catalina sin  título nos daba clase a los más pequeños, una mujer  alta  y fuerte.

   Al año siguiente pasaría a la escuela  particular de Doña  María, allí  era por la mañana y tarde, llevábamos  un mandilón azul marino con los cuellos blancos, y claro más libros  y hasta plumín ya no portaba mi cabás, tenía un maletín  negro de piel que era de mi hermana mayor y me sentía muy importante.

   La clase era grande con muchas mesas largas y bancos, nos agrupaba por edad y conocimiento, así serian los más pequeños, luego  el A, B, C, D, yo empezaba en él A.


Por las tardes hacíamos labores y lectura, leíamos y nos íbamos turnando, mientras las demás seguían las labores, tengo que decir que éramos solo niñas.

Esta es mi primera labor, un mandil de costura que hice para mi madre y el libro que leíamos



   
   La maestra venia de Gijón a nuestro barrio de La Calzada, traía su comida y  mientras nosotras salíamos, comía y daba clases particulares a chicos, siempre tenía seis ó siete, era una mujer muy entregada yo la seguí tratando mucho tiempo, cuando empecé a trabajar con 16 años en una peluquería ella era clienta, y cuando mis hijos estaban en edad escolar Doña María seguía ejerciendo y con ella fueron, tengo muy  buenos recuerdos, me podría extender mas, pero lo dejo para otra ocasión.


   Retorné a la Carpeta y los lápices, con el programa Tiempo Propio, el conocer gente nueva, como expresarte, es más duro que cuando eras niña, pero aquí estamos, mucho hicimos  y seguimos haciendo, desde luego unidas y metidas de lleno en el programa, hoy comprometidas en contar nuestras  vivencias en el blog de nuestra asociación.


   Tenemos nuestras clases variadas y nuestras vacaciones, fin de curso “fiesta” Navidades “fiesta” y ya la graduación el día de la Mujer eso lo celebramos todos los años en un municipio distinto y recibidas con todos los honores, por dichos  Ayuntamientos y tenemos siempre aprobado con sobresaliente, en nuestro propio tiempo.

¡¡MUCHAS GRACIAS Geli!!
Una historia muy bonita.