Mi primer día de colegio fue en octubre de 1940, yo tenía 4 años, era el Colegio Santa Teresa de Jesús (Madres Teresinas), estaba en la calle González Besada de Oviedo.
Llevabamos uniforme marrón que consistía en una falda plisada, casaca, cuello blanco almidonado, calcetines y zapatos marrones, capa y boina. La cartera también tenía que ser de piel marrón. Yo el primer día no llevaba nada en la cartera, pues todo el material lo teníamos que comprar en el colegio.
Cuando llegué al colegio el primer día, acompañada por mis padres, me llamó mucho la atención la entrada era enorme y había unas escaleras muy anchas para subir a las clases, tenía tres pisos pero al último no se podía subir, pues una parte era el dormirtorio de las monjas y la otra era para las internas, mediopensionistas y externas. Las internas como ya se sobreentiden eran las que estaban siempre en el colegio. Las mediopensionista las que se quedaban a comer pero se iban a dormir a sus casas y las externas, como era mi caso ni comiamos ni dormiamos en el colegio.
Como comenté antes, la entrada era muy grande, era un cuadrado y en el centro eran baldosas rojas muy brillantes y bordeando estas baldosas habías otras blancas que eran las que podiamos pisar. De ninguna manera podíamos pisar las rojas y allí estabn todas niñas pequeña y mayores que segúniban llegando no piniamos en filas y las primera iban subiendo las escaleras, pero siempre en fila y en el pirmer piso había una alumnaca con la bandera de España a la que había que cantale todos los días el Himno de España antes de empezar las clase y pobre de la que no llegará tiempo para canta a la bandera...
Ya en la clase. Era muy amplia y tenía unos grandes ventanales, los pupitres eran pa dos alumnas, se levantaban las tapas para meter dentro los libros y la cartera. Las más bajas se ponían en los pupitres primeros y las más altas en los últimos. La mesa de la profesora, monja en este caso era muy grande y estaba puesta sobre una tarima para así poder vigilarnos a todas sin tener que moverse.
Las monjas que eran profesoras se le llamaban "madre" y las que no tenían estudios "hermanas", estas eran las que estaban en la porteria, la sacristana, las cocineras y las que servían en el comedor. Además, de las monjas, también había profesoras seglares para cursos superiores.
Las clases eran siempre por las mañanas para las asignaturas obligatorias y por las tardes para las clases optativas. Teníamos un día gimnasia, otro labores, música y canto, dibujo y pintura y otro de relajación que no era otra cosa que rezar el rosario y darnos charlas de lo que era pecado, que pasados unos años te das cuenta que lo era casi todo.
Las compañeras siempre tuve muy buena relación con ellas, sobre todo con aquellas que empezamos en párvulos y terminamos el bachillerato juntas. Muchas de ellas ya no viven y la que quedamos nos reuniomos alguna vez, pero nos resulta díficil ya que no todas estamos viviendo en Oviedo.
El patio era muy grande y bonito, había canchas de baloncesto y otra para voleybol, yo jugaba a voleybol. Y en el centro había una pista redonda muy grande, allí siempre saliamos al recreo y a hacer gimnasia cuando había beuno, cuando llovía estabamos a cubierto en una gran sala. A las pequeñas nos acompañaba siempre una cuidadora en mi caso era Raquel, eran ex alumnas que seguían en contacto con el colegio y les daban algunas ocupaciones a las que las monjas no se podrían dedicar, en este caso es la que parece en la fotografía de grupo, ya que las monjas tenían prohibido hacerse fotos.
Bueno, me parece que ya me extendí demasiado...sólo quiero decir que yo fui muy feliz en el colegio (excepto alguna jugarreta por parte de alguna monja que no quiero mencionar) aunque ya siendo mayor te das cuenta de muchas cosas son ilógicas pero ya las vives a tu manera.
Mi vuelta al cole con "Tiempo Propio" para mi fue lo mejor que me pudo haber pasado, pues ya llevaba unos años viviendo en Lugones y no conocía a nadie ni me raelacionaba con nadie, mi vida estaba en Oviedo y no era capaz de superar vivir en Lugones, pero allí conocí a mucha gente a las que hoy a muchas de ellas las considero mis amigas, nunca me perdí las excursiones e incluso fui al viaje que hicimos a Bruselas que fue inolvidable y hoy ya me considero una más de Lugones, aunque francamente mi corazón sigue perteneciendo a Oviedo.
Respecto a la asociación para mi supone una continuación de lo anteior y procuro asistir a todos los eventos y talleres que mi vocal me comunica y estoy feliz por pertener a ella.
Manolita Argüelles (socia de Lugones)
