martes, 12 de noviembre de 2013

TIA CRISTINA MARTINEZ

" No era bonita la tía Cristina Martínez, pero algo tenía en sus pier-nas flacas y su voz atropellada que la hacía interesante. Por desgra-cia, los hombres de Puebla no andaban buscando mujeres interesan-tes para casarse con ellas y la tía Cristina cumplió veinte años sin que nadie le hubiera propuesto ni siquiera un noviazgo de buen nivel.
(...)
Emilio Suárez era el hombre de los sueños adolescentes de Cristina. Le llevaba doce años y seguía soltero cuando ella tenía veintiuno. Era rico como la selva en las lluvias y arisco como los montes en enero. Le habían hecho la búsqueda todas las mujeres de la ciudad y las más afortunadas sólo obtuvieron el trofeo de una nieve en los portales. Sin embargo, se presentó en casa de Cristina para pedir, en nombre de su amigo, un matrimonio por poder en el que con mucho gusto sería su representante.
(...)

Puedes seguir leyendo...
Pero nuestras socias te convencerán de los interesante de estos relatos. Nos van a comentar:

  • ¿Qué destacan del personaje? 
    ¿qué es lo que más les gusta y lo qué menos?
 

TIA CHARO

Analizamos a "Tía Charo":


  1. ¿Qué destacamos de ella? Si nos identificamos con ella?
  2. ¿Que es lo más nos gusta del personaje?
  3. ¿Lo que menos? 
 

"A la tía Charo le gustaba estar en el mundo, recorrerlo con sus ojos inclementes y afilarlo con su voz apresurada. No perdía el tiempo. Mientras hablaba, cosía la ropa sus hijos, bordaba iniciales en los pañuelos de su marido, tejía chalecos para todo el que tuviera frío en el invierno, jugaba frontón con su hermana, hacía la más deliciosa torta de elote, moldeaba buñuelos sobre sus rodillas y discernía la tarea que sus hijos no entendían.
       (...) "

TIA ELENA

En esta ocasión, leemos a "Tía Elena". 
Distintas socias de esta asociación han leido este relato corto, y tienen que responder a las siguientes preguntas:
  1.  ¿Qué destacas del personajes?
  2. ¿Qué es lo que más te ha gustado de ella?
  3. ¿Qué es lo que no te gusta del personaje?

Para animar a la lectura de este relato os dejamos unos párrafos.

(...)
La tía Elena vivió poco tiempo bajo esas aguas. Primero porque no había escuelas cerca y sus padres la mandaron al Colegio del Sagrado Corazón en la Ciudad de México. A 300 kilómetros, 20 horas en tren, una merienda con su noche para dormir en la ciudad de Puebla y un desayuno regido ya por la nostalgia que provocarían diez meses lejos de la extravagante comida de su madre y cerca del francés y las caravanas de unas monjas inhóspitas.
(...)
¡Los vinos! Lo único que su padre había lamentado desde que tomaron Arroyo Zarco fue la pérdida de sus vinos, de su colección de botellas con etiquetas en diversos idiomas, llenas de un brebaje que ella sorbía de la copa de los adultos desde muy niña.

TIA LEONOR

 Seguimos analizando y reflexionando sobre las "Mujeres de Ojos grandes" de Ángeles Mastretta. En esta ocasión le toca el turno a "Tía Leonor", a continuación proponemos un párrafos de lectura. 
Distintas socias de esta asociación han leido este relato corto, y tienen que responder a las siguientes preguntas:
  1.  ¿Qué destacas del personajes?
  2. ¿Qué es lo que más te ha gustado de ella?
  3. ¿Qué es lo que no te gusta del personaje?



"La tía Leonor tenía el ombligo más perfecto que se haya visto. Un pequeño punto hundido justo en la mitad de su vientre planísimo. Tenía una espalda pecosa y unas caderas redondas y firmes, como los jarros en que tomaba agua cuando niña. Tenía los hombros suave-mente alzados, caminaba despacio, como sobre un alambre. Quienes las vieron cuentan que sus piernas eran largas y doradas, que el vello de su pubis era un mechón rojizo.
              (......)
 Quizá todo hubiera seguido por el mismo camino si a la tía Leonor no se le ocurre comprar nísperos un domingo. Los domingos iba al mercado en lo que se le volvió un rito solitario y feliz. Primero lo re-corría con la mirada, sin querer ver exactamente de cuál fruta salía cuál color, mezclando los puestos de jitomate con los de limones. Caminaba sin detenerse hasta llegar donde una mujer inmensa, con cien años en la cara, iba moldeando unas gordas azules. Del comal recogía Leonorcita su gorda de requesón, le ponía con cautela un poco de salsa roja y la mordía despacio mientras hacía las compras.
(...)