Mis recuerdos de la escuela los
dividiría en tres fases o etapas diferentes. Supongo que tendría unos 5 o 6
años cuando empecé a ir, a dos kilómetros de casa, un camino que recorría dos
veces al día. Cuando llovía, no me mandaban a la escuela y yo encantada. No
tengo muchos recuerdos de esa primera época.
La escuela era pequeñita y con
pocas niñas, la maestra fue la misma para unas cuantas generaciones aunque no
era, precisamente, eficaz a la hora de enseñar.
Después mi
familia se mudó a Madrid y allí fui a un colegio que a mí, en comparación, me
parecía enorme, con un pasillo muy largo. Como yo era muy tímida, me pasaba el
día temiendo que me sacaran a la pizarra. Aún hoy sueño con ello. No tengo en
mi memoria más que a un par de niños que eran nuestros vecinos y a un maestro
que sí era muy bueno. Una vez, nos castigó por no saber la lección y a mí que
estaba la última de la fila, cuando me iba a dar con la regla en la mano como a
los demás, debía tener tal cara de terror que se rió y me mandó irme.
Luego, con
9 ó 10 años, volví a Asturias y ya mis recuerdos son más claros. Era la misma
maestra que no nos había enseñado demasiado, pero las escuelas eran nuevas,
separando a los niños de las niñas. Sólo nos enseñaba labores y poco más, nunca
consiguió que yo me aprendiese los verbos. Sin embargo, después de casi 50
años, conservo aún a aquellas amigas. Todavía nos reímos mucho recordando las
travesuras que hacíamos.
Los cursos
de Tiempo Propio han supuesto volver a recordar algunas cosas y aprender muchas
otras nuevas; también me han servido para conocer nuevas y buenas amigas,
grandes personas que de no ser por los cursos, nunca habría conocido.
Covadonga
Ruiz (vocalía de Llanes)
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