jueves, 9 de enero de 2014

HABLANDO DE JUEGOS Y JUGUETES



    Nos proponen hablar de los juegos y juguetes de nuestra infancia y me pregunto: ¿qué juguetes?
Yo no conocí más juguetes que las muñecas de trapo con la cabeza rellena de serrín que me hacía una tía.
De muy pequeña los juegos, para mí, para nosotros, eran pura imaginación.
Jugábamos a las cocinitas con los utensilios que encontrábamos. Las ollas eran latas de conserva, o trozos de platos rotos. Los alimentos que cocinábamos, si eran garbanzos, o fabes: con piedritas pequeñas; los caldos, las sopas y chocolate: con un poco de agua y tierra para revolver. Los cubiertos eran palitos… En fin, eso era lo que podíamos hacer al carecer de cualquier otra cosa.
Los niños imitaban lo que tenían en su entorno. Hacían un carro con palos o cajas de cartón. Para tirar del carro inventaban unos bueyes a los que daban vida dos tarucos puestos uno al lado del otro y, como yugo, un palo amarrando a cada uno.
También se hacían construcciones de torres, casas o granjas siempre con tarucos. Cuando en una esfoyaza aparecía una panoya con granos rojos lo llamábamos el rey, esto daba lugar a que en la granja imaginaria hubiera vacas blancas y negras, o vacas y toros.
Las niñas nos pintábamos las uñas y los labios con moras, y nos poníamos uñas postizas, largas y afiladas pegando con saliva en ellas pétalos de la flor del azafrán.
Cuando crecimos un poco, nuestros juegos eran el escondite, el cascayu, la comba (los saltos a la comba iban acompañados siempre de canciones). También jugábamos con la pelota, al corro, al rescate, al tres en raya, al pañuelo y seguro que a algunos más que ya no recuerdo.
En la escuela además de las labores de bordados, ganchillo, punto de cruz, etc. teníamos otra actividad que a mí me gustaba mucho: EL CORO. Los ensayos eran preciosos y cantábamos a dos voces, ahí aprendí las notas musicales. ¡Qué recuerdos tan bonitos que siempre agradecí a mi maestra Charo!
Al llegar Reyes yo siempre esperaba por el milagro de una muñeca de verdad, o de algún juguete, pero sólo nos dejaban colores para pintar, un estuche, una goma nueva, una pizarra con el pizarrín, unos calcetines, ropa interior, el revoltijo -con aquellas barritas de de turrón duro que saboreábamos como si fuera la mejor de las delicias, eso sí me complacía de verdad-.
A pesar de no contar con juguetes, la imaginación de la infancia suplía con creces esas carencias haciéndonos igualmente felices.
Bendito tiempo sin problemas y con el cariño de nuestros padres.
Hasta aquí mis recuerdos de los juegos de infancia.
GRACIAS
" GRACIAS A TI MERCE (Socia de Lugones)"

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