jueves, 28 de noviembre de 2013

LA ESCUELA







En Vega de Poja (Pola de Siero) está la escuela a la que asistí, le tengo mucho cariño por ser en una de sus viviendas donde nací. Había un maestro para los niños y para las niñas una maestra que se llamaba Doña María. Su cabello era completamente blanco, muy bonito y lo recogía en un moño en la nuca. Estaba más bien gordita, llevaba gafas, a mi me parecía como una abuelita. Mi primer día de clase me recibió con cariño y amabilidad. Me acompañó ese día una vecina. De las chicas mayores de la escuela a quién le pidieron eso favor mis padres.
La escuela para mí fue una ventana al conocimiento, aunque en ese momento no me diera cuenta de lo importante y necesario que me podía ser en la vida. Pasaron muchos días hasta que empecé a asimilar que allí no se iba a jugar sino que había que aprender a leer, escribir, sumar y muchas cosas más a las que teníamos acceso.


En nuestra escuela todo marchaba normal; hasta que un día ocurre un hecho en la clase, que a todos nos coge por sorpresa, quedándonos de piedra, por la actuación de una alumna. Esta niña se llamaba “Tere” la invitó Doña María  a que dejara el pupitre a otra niña; esta se niega, diciendo que el pupitre o mesa le pertenece; por haberlo limpiado y encerado; le habían dicho que tenía derecho a su uso en todo momento, y ahora no le parecí justo el que le quitasen para poner a otra. Al desobedecer, nuestra maestra se acercó invitándola a dejar el sitio: ante la nueva negativa, la coge por el brazo, esta se resiste; pero sale y recibe un nalgazo; pero ella le devuelve otro a la maestra, y así dale y devuelve recorrieron media clase, el espectáculo fue horrible a nuestros ojos, estábamos asustadas; la maestra, roja como una amapola; yo bien creí que le daría algo al corazón; me quedo tan grabado que al recordarlo es como si lo estuviera viendo. No sé cómo, pero se presentaron sus hijas que estaban horrorizadas por la falta de respeto a una profesora y siendo una persona mayor.
La noticia corrió por todo el pueblo como un reguero de pólvora y sus padres vinieron a hablar con Doña María; está quería que le pidiera perdón; pero Tere se negaba argumentando que le habían hecho una injusticia; no sé si llego a esta conclusión desde aquel momento, o si esto fue madurando en ella con los años. Pero, a mi me dijo ella siendo ya mayor que no pidió perdón porque consideraba que aquello fue una injusticia.
Fuera como ella decía o no, ella así lo consideraba.


Mª Jose Fonseca Peruyera (Socia de Pola de Siero)


¡MUCHAS GRACIAS POR TU RELATO!

No hay comentarios:

Publicar un comentario